NATUROPATÍA O EL ARTE DE VIVIR EN ARMONÍA CON LA NATURALEZA

“La salud no lo es todo pero sin ella todo lo demás es nada”

Schopenhauer

Las medicinas alternativas o complementarias comienzan a ser reconocidas y respetadas por la sociedad, fruto de ello es el constante aumento de la demanda de profesionales de este sector y su inevitable crecimiento. Las técnicas naturales son hoy en día una realidad social en todos los países desarrollados.

El interés por nuevas técnicas menos agresivas con el organismo y más respetuosas con el medio ambiente y con nuestra biología está en auge. Estas medicinas denominadas alternativas, complementarias, suaves, tradicionales, biológicas, etc, cada día son más necesarias. Han sobrevivido a lo largo de los tiempos, han dejado un legado de sabiduría como herencia de las distintas generaciones y hoy, en el siglo XXI, siguen presentes y más vigentes que nunca, la sociedad demanda y necesita de medicinas con alma y de técnicas que comprendan al ser humano más allá del aspecto físico para poder sanar.

La palabra curar procede del latín curare que significa “cuidar”. Es decir, su etimología nos habla de la importancia de cuidarnos para curarnos. Pero nadie nos ha enseñado cómo hacerlo y la Naturopatía es la “ciencia” que nos ofrece esas pautas que nos permitirán vivir con la máxima calidad de vida, en equilibrio con nuestra naturaleza y como consecuencia, en armonía con nuestros pensamientos y emociones.

La medicina natural, la Naturopatía, nos aporta una forma de vida y nos enseña a vivir de acuerdo a las necesidades del hombre, desde una filosofía basada en el respeto hacia la salud bajo los principios de la medicina hipocrática en la que curar es un arte inspirado en la propia Naturaleza, en la reeducación de los hábitos saludables de vida y en el acercamiento del hombre a lo que realmente es, un ser vivo más expuesto a diferentes influencias: climatológicas, estacionales, geográficas, atmosféricas…

Por tanto, la filosofía que debe secundar la formación de naturópatas debe basarse en dar formación a personas dedicadas a restablecer y mantener la salud en el organismo reeducando en hábitos de vida y utilizando sustancias que a la vez respeten el primer principio hipocrático: “Primum non noncere” (primero no dañar). Todo esto sin perder la visión global y holística de lo que es el hombre, algo más allá de una estructura física, de un cuerpo, tal vez éste sólo sea la última expresión donde la enfermedad se manifiesta. La Naturopatía es por consiguiente una visión diferente tanto de la enfermedad como del enfermo, “no hay enfermedades, hay enfermos” que decía Hipócrates.

Por ello abogamos por tratamientos orientados a potenciar y activar los mecanismos reguladores de cada persona, creando un “terreno” abonado para la salud, donde el medio sea hostil para el desarrollo de bacterias, virus, parásitos, y todo tipo de agentes patógenos y el sistema inmunológico del individuo sea capaz de combatir cualquier agresión externa.

Cuantas más herramientas tenga el profesional para enfrentarse en una consulta ante un paciente más amplia será su visión y entendimiento de lo que subyace tras la sintomatología que presenta el enfermo. Entender el lenguaje de la enfermedad no siempre es tarea sencilla, ya que a menudo debemos interpretar y traducir, comprender y ver más allá de lo visible para no cometer el error, y a veces la tentación, de detenernos en los síntomas, es decir, de hacer tratamientos alopáticos con productos naturales. Esto, en el fondo, atenta contra los propios principios de la filosofía naturista y si pretendemos ser dignos descendientes de nuestros predecesores hemos de mantener vivos los principios de donde venimos, los pilares que nos sustentan.

La medicina biológica es aquella que pone en contacto el organismo con sus propias capacidades curativas estimulando los factores de salud y los mecanismos de autorregulación y autocuración: alimentación sana, ejercicio y descanso compensados, respiración adecuada, contacto con la naturaleza, equilibrio mental y emocional…

Porque la Naturopatía no es sólo una fantástica herramienta para abordar múltiples alteraciones, es a la par una maravillosa propuesta que nos aporta los conocimientos que rigen la homeostasis en el organismo y proporciona las claves esenciales para la prevención de la enfermedad. Entiende al ser humano integrado en las leyes naturales, de las que formamos parte, donde cualquier desviación supone un grave atentado contra el equilibrio que rige nuestra salud.

La hipótesis hipocrática sobre la fuerza curativa de la naturaleza, la Vix Natura Medicatrix, o la hipótesis aristotélica de que la naturaleza no hace nada en vano y que todas las funciones del organismo poseen la finalidad implícita de la supervivencia son compartidas desde la filosofía naturista. Las posibilidades que tiene el cuerpo de autocuración depende de la capacidad de autorregeneración que tiene la Naturaleza de la que formamos parte.

En el ser humano la insuficiencia de un riñón es compensada por la hipertrofia del otro, la insuficiencia de los dos riñones es compensada por un incremento de la actividad del intestino grueso, una hipertensión arterial se ve compensada por la hemorragia nasal, una ceguera se ve compensada por el desarrollo de los órganos sensoriales restantes. Es decir, todo el organismo es una máquina donde cada una de sus piezas está interrelacionada y no puede entenderse al margen del resto.

No es el pulmón el que respira ni el estómago el que digiere, ni el cerebro el que percibe, es el ser humano el que respira a través del pulmón, el que digiere por medio del estómago y el que percibe gracias al cerebro. La característica principal del ser vivo es principalmente la unidad morfológica y fisiológica, cuando desaparece esta unidad desaparece con ella el ser vivo.

Desde este punto de vista la enfermedad no es un elemento aislado que nos invade ni un castigo divino ante el que estamos indefensos sino que por el contrario nace en el seno de nuestras células como consecuencia de los desequilibrios personales y sociales en los que vivimos inmersos, es una protesta y un aviso de nuestro cuerpo a nuestra consciencia y una manifestación que evidencia la falta de armonía del hombre con su entorno.

La mirada del naturópata debe estar impregnada de cuantos conocimientos puedan ayudarle en el ejercicio de su profesión, por eso nunca estaría de más conocer otras disciplinas como la homeopatía, las bases de la Medicina China, las flores de Bach, las Sales de Schussler, etc, porque todo nos aportará una óptica más amplia en el acercamiento al paciente, y porque arte y ciencia deben caminar de la mano.

Que la formación en estas medicinas nos lleve a entender al enfermo, a ayudar al necesitado, a vivir intensa y apasionadamente aquello que hacemos y nos mantenga firmes en el noble propósito de mejorar el mundo.

Disfrutadlo también vosotros.