CLAVES PARA COMENZAR A SER VEGETARIANO

Son varias las razones por las que una persona puede decidir hacerse vegetariana: razones morales que apelan a la ética con los animales, razones de sostenibilidad con el planeta, razones de salud o la suma de todas ellas.

Por eso el vegetarianismo se ha convertido en una elección para muchas personas en el afán por respetar la vida animal, colaborar a la salud del planeta y mejorar la propia calidad de vida. Desde la antigüedad es una forma de vida para muchas personas que han elegido esta opción como modo de nutrirse.

Por una parte ser vegetariano aporta los beneficios de consumir más alimentos vivos, es decir, alimentos que se consumen en su estado natural, sin modificaciones ni alteraciones industriales con el consiguiente aporte de aditivos químicos y desnaturalización del alimento original. Un alimento que es envasado y se puede consumir dentro de diez años manteniéndose en perfectas condiciones sin deteriorarse es digno de toda sospecha y merece toda la desconfianza. Los alimentos vivos aportan toda la esencia de la naturaleza concentrada en sus componentes, el germen, el agua, la clorofila, los minerales de la tierra, las sustancias antioxidantes, etc.

En general una dieta vegetariana equilibrada permite obtener un mayor aporte de carbohidratos, fibra, magnesio, potasio, boro, vitaminas K, B9, C y E, ácidos grasos esenciales, antioxidantes y fitoquímicos obtenidos a partir del mundo vegetal al mismo tiempo que reduce el consumo de grasas saturadas, colesterol, proteína animal y sodio.

Además con una con una dieta vegetariana se ingiere menor cantidad de sustancias químicas nocivas, hormonas, sustancias antitiroideas y antibióticos que son administrados a los animales de granja. Los pescados son ricos en dioxinas y metales pesados, todo esto es reducido o evitado en la dieta vegetariana, si además el alimento es de cultivo ecológico las diferencias en cuanto a la toxicidad química del alimento son infinitamente mayores.

Esto hace que como consecuencia los vegetarianos presenten menor incidencia de obesidad, enfermedades cardiovasculares, colesterol, hipertensión arterial, diabetes, cáncer (especialmente de colon, mama, próstata, ovario), osteoporosis, cálculos biliares, diverticulosis, nefropatías, etc.

Hay varias corrientes dentro del vegetarianismo:

  • Dieta ovolactovegetariana: se consumen leche y/o derivados lácteos junto con huevos y alimentos procedentes del mundo vegetal. Tal vez esta sea la dieta vegetariana más fácil de llevar a cabo y donde menos riesgo de carencias existe.

  • Dieta lactovegetariana: se consumen leche y/o derivados lácteos junto con alimentos vegetales. No se consume huevo ni otros alimentos de procedencia animal.

  • Dieta vegetaliana o vegana: no contempla ningún alimento de origen animal ni tampoco ningún subproducto animal o que sea obtenido a partir de él: leche, yogur, kefir, queso, miel, huevos, etc, son evitados en su dieta.

  • Dieta crudivegana:comen los alimentos en estado natural, es decir, crudos, sin conservantes, ni fermentados, ni cocinados. Quienes practican este tipo de dieta aseguran que es la única que no desvirtúa o destruye las propiedades de los alimentos.

Hay personas que pueden pensar que hacer una dieta vegetariana es muy complicado y que no todo el mundo podría llevar este tipo de alimentación. Pero para llevar una dieta ovolactovegetariana cualquier persona que se lo propusiera podría llevarla a cabo.

Si alguna persona desea llevar una dieta vegetariana puede ir dando pasos paulatinamente adaptándose poco a poco a los cambios. Para empezar podría retirar las carnes rojas y mantener la carne de ave. Unas semanas después puede retirar las aves de la dieta y consumir únicamente pescado como fuente animal. Al cabo de varios días o semanas, según los requisitos de cada persona, puede dar el salto definitivo para evitar el consumo animal y la fuente proteica puede venir del huevo o fermentados lácteos y de la combinación de cereal integral con legumbre.

Si la persona echa de menos el consumo de alimento animal puede consumir alimentos de procedencia vegetal que imitan en textura y sabor la proteína animal, es el caso del seitán, el tempeh, las hamburguesas vegetales, el paté vegetal, etc, con la ventaja de no aportar los inconvenientes del producto animal.

Como terapeuta puedo hablar desde la experiencia personal. Aquellos pacientes que deciden llevar una dieta vegetariana y les confecciono una dieta vegetariana equilibrada muy pronto comienzan a experimentar cambios en su salud, incluso en su comportamiento y sus emociones, tienen mejor ánimo y mejor humor. Desde muy pronto comienzan a tener más calidad de sueño, se levantan con sensación de haber descansado profundamente y eso les permite tener un mayor rendimiento durante el día, además suelen perder varias tallas aunque no siempre se corresponde con el peso perdido, pero se deshinchan y pierden bastante volumen. En algunos casos cambiar la dieta ha sido suficiente para que desaparezcan jaquecas que se han padecido durante años y es que favorecer las funciones de depuración y drenaje del hígado ayuda a la homeostasia general.

En la dieta vegetariana, especialmente aquella que no introduce derivados lácteos ni huevos hay que tener muy en cuenta la carencia de vitamina B12, ya que esta se encuentra prácticamente de forma exclusiva en el alimento animal. Las fuentes vegetales serían alimentos como el Miso, el Tempeh, la levadura de cerveza o el alga espirulina pero contienen cantidades muy bajas y a menudo insuficientes, por lo que podrían recurrir a la ingesta de alimentos enriquecidos con vitamina B12 o a su administración en forma de suplemento.

También los ácidos grasos omega 3, que no abundan en el mundo vegetal, suelen estar deficientes en vegetarianos pero hay suficientes sustancias precursoras de EPA y DHA que pueden impedir su déficit, es el caso de los frutos secos crudos, como nueces, avellanas, almendras y semillas de calabaza. En cuanto a las verduras más ricas en ácido grasos precursores de Omega-3 son las espinacas, el repollo, canónigos, el brécol y, sobre todo, los aceites de lino, soja y germen de trigo que contienen cantidades mayores de ácido linolénico.

El Yodo, rico en el pescado y escaso en el resto de alimentos, un vegetariano debe suplirlo con el consumo de algas que al mismo tiempo son muy remineralizantes.

Las razones que la salud nos ofrece para ser vegetarianos son infinitas. Pero en ocasiones asociamos vegetarianismo a alimentación saludable de manera injustificada porque no siempre una cosa es consecuencia de la otra. Siendo vegetarianos también podemos encontrar sustancias tan nocivas o más nocivas que las que se encuentran en el mundo animal: grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas de las margarinas vegetales o la bollería industrial, grasas trans, excesos de alimentos refinados, dulces, azúcares, café, alcohol, derivados lácteos como nata, quesos curados, etc, hacen que no siempre una alimentación vegetariana sea sinónimo de salud.

Por eso entendemos que el vegetariano debe ser una persona que no se conforme con evitar en la dieta el tejido animal sino interesado en llevar una alimentación basada en aportar al organismo todos los nutrientes que este necesita a partir de alimentos procedentes de la naturaleza y llevar el equilibrio a la salud a través de la alimentación. Para terminar me gustaría despedirme con una cita de Hipócrates, el padre de la medicina, partidario de construir la salud a partir de la alimentación, máxima que comparto absolutamente “Que tus alimentos sean tu medicina y tu única medicina sean tus alimentos”