ESTRÉS, ALIADO O ENEMIGO EN NUESTRAS VIDAS

 “Cóncedeme, Señor, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo y sabiduría para establecer la diferencia”.

Reinhold Niebuhr

Las razones por las que una persona se puede estresar son infinitas: laborales, familiares, económicas, emocionales…o ninguna de ellas, porque sentir una amenaza psicológica inexistente produce los mismos efectos fisiológicos que cualquier amenaza real. Si el cerebro piensa o experimenta algo estresante se activan los componentes de la respuesta al estrés de la misma manera que si estuviéramos expuestos a un verdadero agente estresor.

El Estrés o Síndrome de Adapatación General, como lo definió Hans Selye, es el conjunto de reacciones biológicas y psicológicas que se desencadenan en un individuo cuando éste se enfrenta de forma brusca a un agente nocivo, de cualquier naturaleza. El estrés es lo que experimenta la persona cuando las demandas de la vida exceden la capacidad del organismo para cumplir dichas demandas, situación que puede provocar cambios en la función inmune, hormonal, enzimática, gastrointestinal, endocrina, nerviosa, etc.

El término “estrés” deriva del griego´”estringere” que significa “provocar tensión”, esta palabra se utilizó por primera vez en el siglo XIV y desde entonces se ha empleado en diferentes textos y con numerosas variantes, como “stress”, “stresse”, “straise”.

El Síndrome de Adaptación General (SAG) es un proceso en el que el cuerpo pasa por tres etapas. En la primera fase hay una “señal de alarma”, a partir de la cual el organismo se prepara para “la defensa o la huída”, reconoce al agresor y se amolda para actuar.

No obstante, ningún organismo puede mantener indefinidamente esta condición de excitación, por ello existe la segunda etapa que permite al mismo sobrevivir a la primera, ésta fase se denomina Fase de resistencia.

Finalmente, si la duración del estrés es suficientemente prolongada, el cuerpo entra a una tercera etapa que es la Fase de agotamiento; cuando la exposición al estrés es sostenida la energía orgánica se agota. El cuerpo humano no está biológicamente diseñado para soportar un estrés constante, si los nutrientes necesarios para la síntesis de las hormonas del estrés escasean (vitaminas, oligoelementos, antioxidantes, ácidos grasos…) o si la demanda de estas hormonas (adrenalina, cortisol) son mayores que la capacidad del cuerpo de fabricarlas se alcanza inevitablemente la fase de agotamiento.

Es estrés puede ser una valiosa estrategia para movilizar los recursos vitales en nuestro organismo, y al mismo tiempo el mayor peligro para nuestra vida. El estrés nunca nos dejará indiferentes, será enemigo o aliado, y ese es el lugar que ocupará en nuestra vida, dependerá del peso que tenga en ella.

Existe un estrés positivo: el eustrés capaz de llenar nuestra vida de energía y vigor, permitiendo una activación de todos nuestros sistemas de forma que sus procesos se lleven a cabo de la forma más armoniosa posible dando por resultado una vida saludable y vital. También existe un estrés negativo: el distrés, capaz de destruir cualquier estado de equilibrio, de producir daños fisiológicos en nuestros órganos internos y de comprometer nuestra salud afectando también a nuestras emociones.

Dado que no existen respuestas objetivas, lo que a una persona le puede generar eustrés a otra le puede ocasionar distrés. Todas las respuestas que generamos son de carácter estrictamente personal: la interpretación, emoción y sensación que acompañan al estrés son intransferibles, el estrés es un particular e íntimo mecanismo de defensa que puede transformarse en un serio peligro si la respuesta nos desborda en un medio de autodestrucción. El estrés es imprescindible para la vida y al mismo tiempo amenaza nuestra salud, nos adaptamos o sufrimos las consecuencias de la inadaptación, el mundo interno y el externo están en permanentemente interacción.

En la fisiología del estrés hay dos ejes principales implicados: el eje Hipotálamo-Hipófisis-Suprarrenales y el Sistema Nervioso Autónomo, especialmente el Sistema Nervioso Simpático hiperactivado en detrimento del Parasimpático, estos son responsables de las secreciones de Adrenalina y Cortisol.

Estas hormonas tienen como función aumentar la llegada de oxígeno y glucosa a los músculos que nos pueden salvar la vida ante una amenaza que pone en peligro la supervivencia, como una cebra cuando es perseguida por un león, gracias a esta respuesta hormonal puede huir a más velocidad que nunca. El problema es que en los humanos mantenemos las hormonas de la lucha o la huida de forma permanente porque el pensamiento mantiene presente la amenaza.

Mantener estables los índices de glucosa es uno de los objetivos. Si lo niveles de azúcar en sangre descienden hay dos maneras de elevarlos. Una es tomar más glucosa y la otra es incrementar el nivel de las hormonas del estrés, Adrenalina y Cortisol. Al mismo tiempo hay dos formas de aumentar la Adrenalina y el Cortisol, una es consumir un estimulante, ya sea té, café, chocolate o cigarrillos, y la otra reaccionar de manera estresada y provocar así un aumento de la propia producción de Adrenalina.

Es fácil para las personas estresadas caer en el círculo vicioso del azúcar y los estimulantes. Esto hará que la persona se sienta más cansada, deprimida y estresada la mayor parte del tiempo por entrar en un círculo vicioso de estimulación y agotamiento. La alimentación puede convertirse en un argumento para enfrentarnos con mayores garantías a situaciones estresantes.

Además, esta situación requiere una demanda extra por parte del organismo de nutrientes para la fabricación de estas hormonas y para la regulación del sistema nervioso. Si tenemos niveles deficientes o subcarencias de determinadas vitaminas, minerales, aminoácidos que intervienen en la síntesis de estas hormonas seremos mucho más vulnerables a los efectos desagradables del estrés.

Una adecuada alimentación y óptima suplementación no evita las situaciones estresantes de la vida pero sí sus efectos perniciosos, sí puede reducir o neutralizar las consecuencias devastadoras del ritmo acelerado de vida sobre la salud de las personas.

En cuanto a la etiología del estrés las investigaciones cada día parecen ser más evidentes. Dependiendo de cómo un sujeto viva una situación, sus pensamientos generarán una emoción y una emoción es capaz de generar toda una cascada hormonal. Una situación determinada puede ser interpretada de forma traumática por algunas personas y generar indiferencia en otras, lo que indica que la personalidad, el temperamento y la constitución mental de cada persona interactúa con el entorno y con los factores exógenos y de ello dependerá su respuesta biológica.

Si hiciéramos un listado con las situaciones estresantes que vivimos a diario: atascos de tráfico, trabajo, etc, muy pocas son reales en el sentido en que lo entendería una cebra o un león. Los efectos negativos de los agentes estresantes pueden ser neutralizados con el aporte de sustancias óptimas para nuestro sistema nervioso y nuestras glándulas suprarrenales. Esto no cambiará la situación externa pero sí en qué medida nos afecta y con qué armas nos enfrentamos a ello. Permitirá que tengamos una mayor resistencia y menor vulnerabilidad ante estas situaciones.