“La vida se basa en leyes sobrecogedoramente inmutables, ignorarlas no libra a nadie de las consecuencias de infringirlas”
Joy Gross
Desgraciadamente vivir en la era del progreso supone a la vez pagar un precio elevado por sufrir cada día más las limitaciones que nos permiten decidir sobre nuestra salud, y sobre nuestra independencia nutricional, vital para nuestro propio desarrollo físico y emocional. Los intereses comerciales prevalecen sobre los intereses individuales. La gran industria alimenticia, las multinacionales de fertilizantes químicos y de las manipulaciones genéticas -que a menudo son la misma empresa- deciden actualmente, con el silencio cómplice de los gobiernos, sobre la calidad de vida de los ciudadanos.